Envejecimiento de la piel

Es un proceso dinámico cuya evolución depende de factores genéticos, hormonales y ambientales. El envejecimiento de la piel se debe también a condicionantes intrínsecos (cronológicos) y extrínsecos (fotoenvejecimiento). 

El resultado es que la piel sufre alteraciones en epi dermis y dermis, a la vez que se produce una reducción del tejido graso subcutáneo. Las consecuencias son sequedad, flacidez, pérdida de elasticidad, menor capacidad de regeneración, menor espesor y una acentuación de los pliegues, lo que desemboca en la aparición de arrugas.  

Los implantes faciales son una técnica muy utilizada para atenuar este problema. Hay gran variedad de materiales de relleno en el mercado: los hay reabsorbibles y no reabsorbibles. Estos últimos son indicados sólo para surcos nasolabiales profundos y para pérdida de volumen en los pómulos.  

Flacidez muscular 

Es la pérdida de consistencia al tacto en la musculatura, incluso en contracción. Las causas más frecuentes son el sedentarismo, reposo post traumatismos u otras afecciones. Es importante diferenciarla de la grasa localizada.  

Los tratamientos más recomendables son plataformas vibratorias y electroterapia de estimulación muscular. El médico orientará además al paciente para que incremente su actividad física habitual.  

Flacidez de la piel

Consiste en el descolgamiento o exceso de piel que aparece por causas genéticas, adelgazamientos bruscos, períodos postgestacionales y la edad. A partir de los 40 ó 50 años, todas las personas la sufren en mayor o menor medida. Afecta tanto a la cara como al cuerpo.  

Las técnicas para mejorarla más utilizadas son mesoterapia, electroterapia y radiofrecuencia. En casos muy graves hay que recurrir a la cirugía. Al ser una afección que empeora con el tiempo, es importante realizar controles periódicos y mantenimiento de los resultados conseguidos.  

Grasa localizada 

Es el acúmulo graso que se deposita entre la piel y los músculos provocando alteraciones en la silueta corporal. Aunque existe una predisposición genética individual, suele aparecer tras la pubertad y se puede mantener durante toda la vida si no se realizan tratamientos. Empeora cuando se engorda y se reduce ligeramente cuando se adelgaza, aunque nunca baja en la misma proporción que el resto del cuerpo.  

No hay que confundirla con celulitis o piel de naranja, que son problemas de piel que pueden o no estar asociados a grasa localizada. Tampoco a la obesidad, en la que se produce un aumento proporcionado de toda la grasa corporal.  

El médico estético realizará una exploración y descartará otras causas a los que pueda deberse la alteración de la silueta (problemas óseos o musculares). Debe ser realista con el paciente a la hora de hablar de posibles resultados. Hay muchos tratamientos para combatir la grasa localizada: mesoterapia, ultrasonidos, radiofrecuencia, liposucción, etc.